9. La aireación del agua
Los peces y plantas acuáticas necesitan el aire tanto como nosotros. Solo que ellos necesitan que los gases del aire se disuelvan en el agua para poder utilizarlos.
Los seres vivos macroscópicos respiran consumiendo oxígeno y produciendo dióxido de carbono. Para que se pueda producir la respiración es necesario un equilibrio en las concentraciones de estos gases en el medio en el que habitan, en este caso el agua.
La flora también puede producir oxígeno y consumir dióxido de carbono ayudando al equilibrio pero solo cuando se dan las condiciones favorables y mucho más lentamente.
Donde el agua entra en contacto con el aire se produce un intercambio constante de gases que ayuda a mantener ese equilibrio. Este intercambio puede ser bastante lento pero podemos acelerarlo de varias maneras.
Podemos acelerar el intercambio de gases aumentando la superficie de contacto del agua con el aire por diversos métodos.
La temperatura del agua influye notablemente en su capacidad para diluir los gases. A mayor temperatura más lenta es la disolución del oxígeno en el agua. Por tanto, debemos alertarnos si por algún motivo la temperatura del acuario sube significativamente ya que puede producir un descenso del oxígeno disponible.
El primer síntoma de que hay una carencia de oxígeno en el agua es la presencia de los peces cerca de la superficie del agua, incluso los que normalmente no nadan en esa zona, normalmente con la boca tocando la superficie del agua.
La falta de dióxido de carbono es más complicada de detectar. Solo es posible si tenemos plantas y se manifiesta como deficiencias de crecimiento en las mismas. La presentación de estas deficiencias es muy variable. Solo descartando una deficiencia en el resto de nutrientes podremos determinar la deficiencia de dióxido de carbono.
Ante una deficiencia de dióxido de carbono podemos hacer pocas cosas. Añadir dióxido de carbono al acuario mediante un sistema de inyección o reducir la cantidad de luz. Temperaturas más bajas también pueden ayudar levemente.
Mecanismos de aireación
Las pequeñas ondulaciones y agitaciones de la superficie del agua aceleran el intercambio de gases.
Podemos crearlas orientando la salida del filtro de manera que produzcan ondulaciones en la superficie del agua. También lo podemos conseguir usando un filtro con salida en cascada.
Otra solución muy efectiva es crear burbujas de aire dentro del agua. Las burbujas crean superficies de contacto con el aire que facilitan una mayor disolución.
Con un aireador podemos crear estas burbujas. Consiste en una bomba de aire fuera del acuario conectada por una manguera de 4/6 mm a un difusor de aire que se coloca dentro del agua.
Las bombas de aire pueden ser bastante ruidosas. Todas tienen una vibración que si no se amortigua puede producir un zumbido muy molesto. Suelen llevar unas patas de goma o ventosas que evitan las vibraciones. En caso de no llevarlas o que sean de baja calidad podemos colocar la bomba encima de una esterilla de goma, un trapo de tela o una esponja. Cualquier material que absorba las vibraciones valdrá.
La función del difusor es dividir el flujo de aire en pequeñas burbujas para aumentar la superficie de contacto y facilitar su disolución. Un buen difusor debe formar burbujas lo más pequeñas posibles y ser fácil de limpiar.
El tamaño efectivo de las burbujas depende también de la potencia de la bomba de aire y de dónde se coloque el difusor. Si la bomba de aire tiene poco caudal para el tamaño de difusor escogido las burbujas saldrán más lentamente y es posible que se hagan más grandes. Colocar el difusor más lejos de la superficie del agua también tiene el efecto de hacer que las burbujas se hagan más grandes antes de salir.
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